LA IDA. COMENZAMOS. De Wuzburgo a Dinkeslbuhl

16 de julio, sábado: hasta Medinaceli

Hasta el mismo día por la mañana tuvimos que salvar el último obstáculo de esta “carrera” hacia el viaje de estreno de nuestra camper. Tras una semana agotadora, el mismo sábado antes de salir tuvimos que salvar el último y que comprobamos que la bombona “gris” que venden en las gasolineras no nos valía al habernos cambiado la válvula de gas, por lo que tuvimos que buscar un sitio abierto que nos proporcionara la bombona clásica “naranja”.

A las 13,00 habíamos terminado lo que parecía que no tenía fin pero decidimos comer en casa, descansar un poco y salir a buscar un lugar donde la noche aliviara los calores de Madrid, así es que a las 5,30 salimos con idea de pasar la noche en Medinaceli, donde en la Semana Santa habíamos localizado un buen sitio. La camper va estupendamente. No notamos diferencia en cuanto a agilidad y velocidad con respecto a nuestra California.

Dos horas después de nuestra salida llegamos a Medinaceli y paseamos por la ciudad. Un par de veces intentamos comprar unos exquisitos almendrados de chocolate y miel que hacen las monjitas, pero estaban rezando, por lo renunciamos a tomarlos de postre en la cena. Durante ésta llegaron tres autocaravanas más. El sitio es estupendo, frente a las casas, junto al campo de futbol y con unas vistas maravillosas y un airecillo que nos revive. La noche sólo se vio empañada por el resplandor de un pavoroso incendio en lo que parecía ser el límite con la provincia de Guadalajara y en el que luego nos enteramos que había habido varios fallecidos.

17 de julio, domingo: En Francia
Nos desperezamos tarde y después de conseguir nuestros almendrados con chocolate, partimos rumbo a la frontera que cruzamos a primera hora de la tarde. Alrededor de las 19,00 salimos de la autovía para buscar sitio donde pernoctar y nos dirigimos hacia Cap de Adges donde nada más entrar en dirección a las playas naturistas junto a la Oficina de turismo, encontramos un grupo de autocaravanas. 48 h gratis sin ningún servicio. El lugar era muy agradable, a 100 m del puerto deportivo y un pequeño paseo marítimo con mucho ambiente. Paseamos disfrutando del ambiente “veraniego”: calles comerciales llenas de gente, puerto con barcos de todo tipo y tamaño, casas, apartamentos, hoteles…en este país siempre parece que todo convive armoniosamente. Regresamos a cenar envidiando los 2 cubos de mejillones que nos habían enseñado nuestros vecinos franceses y que se zamparon con otros compatriotas. No probamos ni uno. A las 22,30 nos acercamos al paseo a ver los fuegos artificiales que comenzaron 15 minutos después resultando un poco…¿escasos?. Vamos, no merecían la pena: fueron 4, de escasa duración, bajos y que el humo no dejo ver claramente. Ni siquiera despertaron el interés de los paseantes. Los chicos comentaron que se siguieran dedicando a la petanca. El otro lado de este paseo marítimo estaba lleno de bares y restaurantes con terrazas y distintos espectáculos de animación: Karaokes, música en vivo de todo tipo…muy animado. Regresamos tarde y a medio noche nos acostamos durmiendo placidamente hasta las 8,30.

18 de julio, lunes: Seguimos en Francia
Dirección Alemania. A las 10 salimos en Montpellier para ir a accesorios Narbonne que encontramos muy bien (y sin GPS) pero estaba cerrado (cierran los lunes por la mañana). Regresamos a la autopista hasta Besançon donde nos salimos para acortar y nos toco ir detrás de zambombos que iban a 50 o 60 km/h. Tomamos de nuevo la autopista dejándola en Bau les Dames en busca de un área de pernocta que figuraba en una página web francesa. Está muy bien indicada, junto al canal que une el Rhon y el Rhin, un lugar delicioso en el centro de una corona de verdes y arboladas montañas. 4 € con luz incluida, carga/descarga de agua y negras. Habría unas 15 o 20 autocaravanas. Estrenamos nuestra ducha. Estupenda el agua aunque el espacio es justito, pero nos apañamos bien. Nos duchamos los 4 sin problema. Cenamos y nos fuimos a dormir tarde.


POR LA RUTA ROMÁNTICA
19 de julio, martes:Wuzburgo

A las 8,30 claxon y deliciosos croisanes: estupendo servicio francés que de un año a otro casi se nos olvida. Salimos a las 9,30 dirección Mulhouse. A las 14,15 estábamos ya a unos 70 km de nuestro destino: Wuzburgo, el comienzo de nuestra ruta romántica. El paisaje que rodea las autovías es bonito: se suceden mosaicos de color verde del maiz cultivado con el dorado del cereal y pedazos de espesos bosques de abetos y hayas. Pueblos con casitas de tejados en “V”, rojos, en orden casi perfecto…Predomina la armonía, lo que prácticamente no nos abandonaría durante todo nuestro recorrido por estas tierras.


Decidimos comer antes de llegar a la ciudad. Una vez allí buscamos un aparcamiento junto al río, cerca del centro del que había leído algo en Internet, en una web italiana. Lo encontramos pero no parecía un lugar adecuado para pasar la noche. Era un enorme aparcamiento junto al rio. Alguna que otra auto aparcada, pero ningún signo de que sea un lugar para pernoctar. Justo en frente, al otro lado del río, se ve un bonito camping. Nos dirigimos a la Residencia que cierra a las 6. Después de 15 minutos de paseo llegamos a este impresionante palacio que dispone de un hermoso aparcamiento a la entrada. Apenas hay gente. Por la majestuosa escalera doble vamos acercándonos al impresionante fresco del techo pintado por Tiepolo que se extiende sobre la escalera en una bóveda sin soporte de 600 m2 y que representa los 4 continentes hasta entonces conocidos. Pero estaba en restauración por lo que solo pudimos apreciar trozos de esta magnífica obra. A partir de aquí las salas se suceden, cada una de un color distinto, destacando especialmente los estucados que confieren a cada una, una identidad y elegancia que la distingue de la siguiente y el “juego” que hacen con los espejos colocándolos uno frente a otro dando lugar a una especie de túnel sin final.

Paseamos después por sus bonitos jardines, cuidados y elegantes. No deja de llamarme la atención la habilidad de estas gentes para combinar plantas y flores de distintos colores, tamaños y formas que convierten cada pequeño rincón en una delicia para los ojos.

Dejamos la Residencia para pasear por el centro de la ciudad, por su calles animadas de gente y que también llenaban las numerosas terrazas que había. Visitamos brevemente la catedral y atravesamos el Alte Mainbrucke, o puente sobre el río Main con sus imágenes barrocas de tamaño natural. Siguiendo el río regresamos a la camper con la idea de buscar un camping. Una señal nos llevó a 5 o 6 km de Wuzburgo, junto al río y a unos 300 m de las vías del tren. 16,50 € los 4, duchas de agua caliente aparte (0,80€). No nos pareció caro, aunque poco tenía. Cenamos, cargamos/descargamos agua y nos acostamos.

20 de julio, miércoles:

Tauberbischofsheim, Gerlachsheim, Wikersheim y Rottembrugo ob der Tauber
Amanece medio nublado como el resto de los días. Nos dirigimos a la fortaleza a donde llegamos intuitivamente lo mismo que al aparcamiento. Faltan señales. De aparcamientos hay muchas, pero no de lugares de interés turístico. La fortaleza en sí no tiene interés. Destaca la impresionante torre del homenaje y luego una maqueta de la ciudad en el año 1500, y después del bombardeo que sufrió en 1945 donde quedó todo arrasado. Se encoge el corazón. Una serie de fotografías de la época completan la visita, pero lo que realmente hay en el interior de esta fortaleza es un museo.

A las 11,30 dejamos Wuzburgo para comenzar nuestro itinerario por la ruta Romántica comenzando por Tauberbischofsheim, a cuya entrada hay un aparcamiento donde dejamos la auto. Una bulliciosa y animada calle peatonal franqueada por bonitas casas de entramado y muchos comercios nos conduce a la Marktplatz o plaza del mercado alrededor de la cual se agrupan bonitos edificios y casas del XVII en adelante. La plaza a las 12,30, hora de comer, está llena de gente en las numerosas terrazas disfrutando de curiosas comidas. No me resisto a entrar en las “Bukeries” (panaderías) cuyo olor alimenta y donde diferentes tipos de panes aparecen expuestos. Continuamos por la calle central, la Fusgangerzone hasta el castillo, compuesto realmente por un conjunto de bonitas casas de entramado y una magnífica torre del homenaje.

Dejamos atrás Tauberbischofsheim por la 290 hacia el sur para dirigirnos a una iglesia situada en Gerlachsheim, antes de Lauda, pero que realmente es una calle que sale a la izquierda de la carretera después de Distelhausen. El interior de esta iglesia barroca es espléndido: impresionantes estucados, altares y un precioso púlpito rococó con un órgano, adornan esta iglesia con una elegancia exquisita.

Nos dirigimos ahora a Bad Mergentheim, con intención de visitar el castillo de la orden Teutónica y su plaza del mercado, pero dimos dos vueltas y no fuimos capaces de encontrarlo (al año que viene, GPS). Solo al final. Sigo diciendo que faltan señales, así es que decidimos dedicar nuestro tiempo al castillo de Weikersheim, dejando la 290 y hacia el este. Bien señalizado y con facil aparcamiento, cruzamos un bonito prado verde y un río con gigantescas carpas a través de un sendero asfaltado. Atravesamos una puerta y una corta calle de casas de entramado nos conduce a la plaza del mercado, cuadrada, perfecta, armoniosa, limpia y ordenada. De nuevo terrazas llenas de gente que disfrutan de una deliciosa temperatura. Unas casas bajas de la servidumbre colocadas en forma semicircular, nos dan la bienvenida al castillo. Esperamos 15 minutos al guía, en alemán, por supuesto, aunque es de agradecer unas hojas en castellano que van explicando la visita que consta de dos partes: en la primera se visitan estancias del XVIII y XIX, perfectamente conservada en mobiliario ya que se dejó de habitar a finales del XVIII y principios del XIX y que consta de dos apartamentos, con habitación y dos salas más cada uno. En la segunda, las estancias son del XVI, donde destaca el salón de los caballeros con un formidable artesonado fijado con cadenas en el entramado del tejado y pintado con escenas vivas de caza, paredes adornadas con pinturas de animales que sobresalen de las paredes, impresionante chimenea y portal y curioso árbol genealógico. Al castillo se abre un bonito jardín que nos transporta a otra época, con arriates, caminos de forma geométrica, estatuas…algunas que se alinean con la fachada, son divertidas y curiosas representando personajes de la época.


Dejamos Weikersheim para ir a Rottingen, de la que sólo pudimos disfrutar de su plaza del mercado ya que al parecer los relojes solares que hacen famosa a esta ciudad están distribuidos por toda ella y no hay ninguna indicación, ni itinerario señalado y tampoco nadie nos puede informar. Son las 6 de tarde, una temperatura de 20 ºC los comercios están cerrados y no hay nadie por sus calles. Nos dirigimos a Creglingen, a la Iglesia de Nuestro Señor donde al parecer hay un relicario de madera de pino que es una obra maestra. Pero de nuevo no hay señales y volvimos a perdernos, así es que regresamos de nuevo a la carretera en dirección a nuestro destino de hoy: Rothenburg ob der Tauber, donde según hemos leido en 2 de sus 6 aparcamientos está permitida la pernocta. Encontramos primero el nº 3 con un grupo disperso de autocaravanas. Nada más acoplarnos rompió a llover hasta prácticamente las 9,30 de la noche. Disfrutamos de una ducha, cenamos dos deliciosas ensaladas y unas salchichas que habíamos comprado por el camino en una curiosa tienda donde preparaban bocadillos calientes a los obreros. Éstas había que cocerlas primero 6 minutos en agua. Nosotros después de cocerlas las pasamos por la sartén: una exquisitez.

21 de julio, jueves.

Rothenburg ob der Tauber, Schillingsfurst, Feuchtwagen y Dinkeslbuhl.


Estupenda noche, excepto por que a partir de las 6,30 comenzó el desfile de camiones y autobuses. Con la luz del día pudimos comprobar que el aparcamiento tiene servicios públicos y borne para carga/descarga de agua. A las 9,30 comenzamos nuestra visita a Rotemburgo, ciudad que parece sacada de un cuento de hadas donde el tiempo parece haberse detenido 300 años atrás. Si no fuera por las gentes que con sus ropas multicolores llenaban esta ciudad, nos hubieramos sentido transportados unos cuantos siglos atrás: una vez atravesada la muralla de la ciudad, casitas de entramado de suaves colores, ordenadas, limpias, con flores multicolores colgando de las ventanas, dan la bienvenida a los visitantes y les acompañan en todos los recorridos que se hagan en cualquier dirección. Las tiendas…otra delicia: llenas de todo tipo de regalos perfectamente colocados y que entran por los ojos. Llegamos a la plaza del mercado y subimos a la torre del Ayuntamiento desde donde se disfruta de una preciosa vista de esta ciudad. Visitamos la iglesia de St Jacob admirando, a parte del altar principal, el llamado “Altar Sanguis” situado en el coro. Es una impresionante talla de madera que representa la última Cena. De regreso a la plaza del mercado, el reloj dio las 11 abriéndose unas ventanas de cristal y apareciendo por ellas unos personajes que según la leyenda, en el XVII salvaron a la ciudad de su destrucción. Sin resistirnos a entrar en algunas tiendecitas, recorrimos desde la plaza del mercado la calle que nos llevó a la puerta de Roder no sin antes comprar salchichas, pasteles y unas bolas dulces que vendían en todos los sitios, como de rosquilla que estaban buenas. Recorrimos un poco la muralla y regresamos de nuevo al corazón de la ciudad hasta la Spitalbastei. Otra vez caminamos hacia arriba y no pudimos resistirnos a entrar en la misma tienda en que estuvimos 20 años atras, cuando visitamos la ciudad por primera vez en donde compramos un cascanueces de madera que todavía sobrevive casi en perfecto estado. Angel recordaba perfectamente donde estaba: en la Herrngasse a la izquierda y en una esquina después de la fuente.La tienda de la “eterna navidad”: luces, estrellas, campanas, abetos adornados cuajados de lucecitas blancas, bolas de navidad, regalos, relojes de cuco, peluches, objetos de madera, cientos, miles de adornos de navidad…desde una especie de piso superior se contemplaba una preciosa vista de esta tienda. La luz exterior desaparece para sumergirte en el mundo de la Navidad y la tienda es tan grande que a veces te desorientas y tienes que seguir las “flechas” para encontrar la salida.

A las 13,15 decidimos dar por terminada nuestra visita. Llevábamos casi 4 horas paseando sin parar y estábamos cansados. Seguro que nos dejamos cosas que ver, lugares y rincones que visitar, pero decidimos regresar a comer y partimos hacia el sur, a Schillingsfurst encontrando de nuevo su castillo barroco por intuición. 20 € y hora y media de visita, incluyendo una exhibición de rapaces. No merece la pena. Se visitan unas pocas estancias del castillo con mobiliario de la época pero ajado y descuidado. Guía en alemán, sin “papelito” en castellano. En los primeros 25 m de pasillo estuvimos 15 minutos oyendo explicaciones en alemán de cada uno de los cuadros allí colgados. Un petardo y en cuanto a la exhibición de rapaces…es mejor la de Aldea del Fresno en Madrid.

Así es que decepcionados, continuamos nuestro camino hacia el sur hasta Feuchtwagen aparcando en la misma plaza. Bonita fuente barroca. Subimos la calle Museumsgasse en la que casi al final, a la izquierda se puede ver una bomba de agua y una curiosa mesa de contar dinero. En la oficina de turismo, que hablaban castellano, preguntamos por un claustro románico que al parecer estaba cerrado por celebrarse representaciones de teatro, pero que pudimos ver por un restaurante que tenía este bonito claustro incorporado a su salón.

Dinkelsbühl era nuestra siguiente parada y destino ya que había leido que había un lugar para pernoctar. Unas señales nos conducen a un área preparada; a las afueras de la ciudad, 10€ y solo una auto a unos 200 m del camping, pero decidimos buscar la descrita por los italianos en el aparcamiento nº 2, al lado de los bomberos. Había 4 autocaravanas, aunque “habitada” solo 1. Gratis, tranquila, con Wc y a tan solo 200 m del centro. Nos instalamos. Los niños se quedaron duchandose pero nosotros salimos a pasear encontrándonos en la plaza “manifestaciones folklóricas lugareñas”. Debía ser un festival de fin de curso, ya que al principio eran niños, pero les sucedieron música en vivo, trajes típicos y bailes de la zona. Después de disfrutar con esto, a las 8, decidimos regresar. Justo a esta hora todas las campanas de la ciudad comenzaron a tocar ¡qué delicia!. Atravesamos la muralla y dejamos a nuestra derecha unos bonitos huertos donde cultivaban de todo. Cenamos y a las 10,30 nos fuimos a dormir.





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