LA SELVA NEGRA. De Triber a Castillo Favorito y el regreso

29 de julio, viernes:
Triberg y Shiltach

Nos levantamos a las 8,30 y una hora después nos tomamos otro café en la autocaravana de nuestros amigos italianos al que nos habían invitado la noche anterior charlando amigablemente hasta las 10,30 en que decidimos ir a ver las cascadas y ellos a buscar su reloj. Aunque habiamos leido que a parte de costar 5 €, no merecían la pena, lo intentamos. Nos costo 3,50€ a los 4, y al margen de la belleza de las cascadas que realmente son una sucesión de ellas que se descuelgan en una pronunciada pendiente entre bosques de abetos y hayas, contemplar a las ardillas y sobre todo a los cucos compitiendo por los cacahuetes que les ofrecían los paseantes, fue una delicia. Nunca habiamos visto tantos cucos.

Regresamos dando una vuelta por la iglesia y decidimos buscar un bonito reloj de cuco para los abuelos. En las grandes tiendas siempre encontramos alguien que hablaba castellano, y es que el euro es el euro y los españoles debemos ser buenos compradores. Dimos un pequeño paseo en la auto hasta Schonwald, pero no había nada que destacar por lo que regresamos a Triberg y camino de Gutach, en la misma carretera, pasamos por el reloj de cuco más grande del mundo que realmente era una tienda. Eran las 2 y un gigantesco cuco salió para dar la hora. (Me recordó el chiste del pájaro “uiuiuiui”). También aquí hablaban castellano. Decidimos bajar un poco más en busca de nuestro reloj y en otra gran tienda en la que también hablaban castellano, lo compramos finalmente.

Subimos hacia el norte por la 294 de regreso por Gutach hasta Schiltach. Agradable sorpresa con esta ciudad llena de bonitas casas de entramado. Vimos una señal de aparcamiento para autocaravanas, la perdimos 2 veces, pero al final la encontramos, nada más cruzar el río, antes de las vías del tren, a la izquierda. Aparcamiento nº 1. Delicioso lugar, de los mejores, si no el mejor, casi en el centro junto a un bonito río con patitos. Muy tranquilo. Nos fuimos a dar un paseo pero comenzó a llover. Aún así y como la ciudad “prometía”, continuamos. Es una preciosidad, con casas de entramado del XVII y XVIII, en un perfecto estado de conservación, como si las hubieran terminado ayer. Se alineaban una tras otra a lo largo de las calles centrales formando un bonito conjunto que bien merece un paseo. Pero lejos de cesar la lluvia, ésta arreció: se oscureció todo y cayó una auténtica cortina de agua. Ayer nos achicharrábamos y hoy nos ahogamos. Desde la parte alta se tenía una bonita vista del conjunto. En una típica casita, de esas que dibujábamos cuando éramos niños en forma de “V” invertida, con una ventana en la parte de arriba, y dos en el piso inferior, apareció un señor en la ventana superior que tenía las contraventanas de madera abiertas. Reconozco que la imagen era provocativa y los chicos no pudieron resistirse a emitir el típico sonido de la zona que aún retumbaba en nuestros oídos: “Cu-cú, cu-cú, cu-cú”....Con la sensación de haber cometido una travesura, salimos corriendo, lo más dignamente posible. El agua nos obligó a regresar y oscureció aún más arreciando con rayos y truenos. A las 6 de la tarde estaba todo oscuro. El lugar era precioso y tranquilo y no podiamos disfrutarlo. Así es que decidimos darnos una buena ducha y jugar una partida de cartas durante la cual no cesaron los comentarios guasones relativos al diluvio que caía, como que a los patos del río ya se les podía echar pan desde la misma ventana o que alguno se estaba ahogando y es que el nivel subio unos 30 cm en poco tiempo y el agua bajaba de color “chocolate” con una fuerza impresionante. El vecino de una pequeña camper aprovechó la lluvia para ponerse un bañador y darse una ducha y una autocaravana francesa se fue, pero vimos que otra alemana permanecía en el lugar y pensamos que esto debía ser aun peor en la primavera, con el deshielo, así es que ahí nos quedamos.

30 de julio, sábado:
Schiltach, Alpisbach, Allerheiligen y Offenhofen
Mientras desayunábamos observamos como una pareja de novios se fotografiaba en este bonito rincón. Antes de dejar esta ciudad, Angel y yo decidimos dar un paseo de nuevo, esta vez sin lluvia, ratificando lo visto el primer día: preciosa. Contemplamos por primera vez un mirlo acuatico comiendo en el río tranquilamente. Nos abastecimos en el supermercado de cara al fin de semana y siendo ya nuestro último día en Alemania. Habiamos disfrutado todo el viaje de unas ensaladas y salchichas exquisitas, por no hablar de su pastelería, además de mucha variedad de carne de buena calidad. Muy especiada, pero muy rica. Lo que no vimos y nos llamó la atención fue pescado fresco y muy poco congelado.

De aquí, y sin dejar la 294, nos dirigimos a Alpisbach a ver el monasterio benedictino del XII. Como siempre, nos perdimos ya que para no variar, las señales brillaban por su ausencia. Pagamos 9 € pero sólo pudimos visitar el claustro y la iglesia. Todas las puertas estaban cerradas. Es interesante, pero 9 € nos resultó un precio excesivo. La iglesia para ser románica tiene una amplitud y altura que nada tiene que ver con el románico español.

Dejamos atrás Alpisbach y pasamos por Freudenstadt sin nada destacable a no ser por una bonita, limpia y espaciosa plaza completamente reconstruida. Tomanos la 28 que luego se convirtió en la 500, camino de Allerheiligen en pleno parque natural a ver unas ruinas de un monasterio y unas cascadas. Estábamos ya en la que llaman la “alta selva negra” y el paisaje es igualmente bonito: desde miradores disfrutamos de lomas cubiertas por inmensas masas boscosas de abetos, hayas, tejos, avellanos…ofreciendo distintas tonalidades de verde. Al fondo de estos verdes valles, conjuntos de casas de madera. Desde la carretera y en una zona alta, encontramos una curiosa area que parecía devastada por algo ya que los árboles aparecían tirados y secos por el suelo. Nuestras reservas de agua comenzaban a escasear así es que paramos en una bonita fuente de piedra que había en la carretera y llenamos parte del depósito a cubos por los asientos. Mientras llegó una extraña pareja a quienes preguntamos si era potable. Sacaron un medidor de “partículas” que les indicó que sí lo era. No obstante, ellos antes de beberla la “bendijeron” en una particular ceremonia.

Llegamos a las cascadas y decidimos comer antes de visitarlas y mientras lo haciamos pudimos disfrutar de un interminable desfile de coches deportivos de “época” alemanes y suizos: porche, BMV, mercedes de varios modelos e incluso un SEAT 500 con motor deportivo. Al principio nos llamó la atención, pero cuando habiamos visto pasar casi medio centenar, ya ni nos asomábamos.

Las ruinas del monasterio, bonitas y cuidadas y la cascadas…quizás las más bonitas que hayamos visto hasta ahora, mejores que las de Triberg ya que salvaban un gran desnivel en varios grupos rodeadas todas de pronunciadas pendientes cubiertas de helechos, flores, musgos y otro sin fin de plantas que tapizaban el suelo. Aunque hay algún tramo duro, éste es corto y resulta un agradable paseo que merece la pena hacer. Tiene dos aparcamientos, uno en la parte superior emplazado cerca de las ruinas del monasterio y otro en la parte inferior.

De regreso a la camper caimos en la cuenta de que estábamos en un lugar distinto al que creiamos estar ya que habíamos ido a Allerheiligen por Ruhestein, en lugar de tomar antes una carretera que dirección al oeste, se dirige a Oppenau, y antes de este pueblo, se toma otra que se dirige al norte hacia Allerheiligen. Así es que tuvimos que regresar a Oppenau, aunque no por la misma carretera retorcida y larga. En un punto elevado de ésta, se estaban tirando en parapente y paramos a mirar como el resto la gente allí congregrada y de paso, admirar las bonitas vistas.

De camino a Baden-Baden, y viendo que no teniamos señalado ningún lugar de pernocta, optamos por ir a Buhl a 10 km al sur de Baden-Baden pero en una desviación a Achern vimos una señal de aparcamiento de autocaravanas y decidimos seguirla. Cuando estábamos a punto de dar la vuelta, encontramos el lugar en Offenhofen (2º pueblo). El sitio era precioso, aterrazado entre árboles y hierva. Pero no era una zona de estacionamiento, sino un camping en una granja más bien cutre, aunque el precio -12,50€ los cuatro- nos pareció razonable y acorde con el lugar. Nos habíamos aficionado a la petanca, así es que echamos otra partidilla. Cenamos y a eso de las 10,15 de la noche los chicos regresan indignados por que los habían llamado la atención por el ruido que hacían al fregar los platos, platos de melanina. Les dijimos que estamos en su país, así es que “a jo… y agua…”

31 de julio, domingo:
Offenhofen, Baden-Baden y Castillo Favorito

Dormimos fenomenal y nos levantamos alrededor de las 9. Dirección Baden-baden, pero nos desviamos un poco hacia el oeste dirección Neuweier y Steinbach buscando las ruinas de Yburg a las que la guía verde michelin daba mucha importancia. De nuevo se repite la historia: no hay señalización alguna, aunque en la oficina de turismo (abierta en domingo) nos indican. Sin embargo una señal de prohibición de más de 2 toneladas nos detiene. Estamos en el límite y no queremos problemas así es que decidimos dirigirnos directamente al castillo “Favorito” en Rastaf, atravesando Baden-Baden que parece una ciudad elegante y tranquila con hermosos jardines tipo inglés. No hay señales del castillo hasta que llegamos a Rastaf y desde allí está muy bien señalizado.

El castillo está rodeado de preciosos jardines donde la gente, al ser domingo, disfruta de un soleado día de descanso a una temperatura estupenda. En el interior pregunto ya por sistema si hablan el castellano (lo hago ya por sistema, hay que popularizar la lengua) y me sorprenden contestandome que sí y que la próxima visita en 10 minutos seguramente nos la hacen en nuestra idioma. Y así es, en exclusiva para nosotros 4 disfrutamos de guía y resulta absolutamente delicioso ya que no sólo es interesante, si no divertida y amena. Una auténtica lección de historia sobre la vida cotidiana de las gentes del siglo XVIII que “engancha” incluso a los chicos. El castillo es precioso, pequeño y coqueto, pero muy elegante. Lo que más sorprende son los suelos y paredes de estucados imitando el mármol y en las paredes relieves de papel “maché” y telas. Al parecer, únicos en el mundo. Destacan especialmente por su belleza, elegancia y originalidad la sala de los espejos,la sala de música, circular en dos pisos con una excelente acústica, y las habitaciones, así como las porcelanas y las chimeneas de las 2 primeras estancias visitadas. Pero Beate, nuestra guía que nos acompaña durante una brevísima hora, consigue que disfrutemos y que perdamos la noción del tiempo transportándonos a las vidas y costumbres de unas gentes cuyas vidas eran meras “ilusiones” y “apariencia”: 24 horas cocinando exquisitos manjares que no podían degustar por estar todos desdentados a los 20 años por falta de higiene, lujosos vestidos cubriendo cuerpos que nunca se lavaban, exceptuando la punta de los dedos y pelucas sobre calvas cabezas debido a los piojos.En las cocinas, curiosa “lista de la compra” en una tabla de pizarra con dibujos de los distintos productos para anotar al lado las cantidades, o los recipientes de una exquisita porcelana que contenían los alimentos cocinados y que identificaban a los comensales su contenido: una cabeza de jabalí indicaba que dentro había carne de jabalí o un faisán o pavo que señalaba que su interior contiene estos alimentos. En todos los años que llevamos viajando por Europa era la primera vez que disfrutábamos de guía en castellano y SOLO para nosotros. Todo un lujo.

Beate se despidió cariñosamente de nosotros sugiriendo que si algún otro compatriota visitaba el castillo, preguntara por ella, que estaría encantada de mostrarlo. Le gusta hablar el castellano y tiene pocas oportunidades. Terminada la visita paseamos por los jardines y luego comimos regresando a Baden-Baden. Pero fuimos absolutamente incapaces de dar con la Liechestersare strase, junto a la cual había un precioso jardín inglés con más de 300 especies. Eso sí,, pasamos por delante de su lujoso casino y creyendo que ibamos bien, acabamos frente a la entrada a un aparcamiento de 2 m de altura sin posibilidad de ir a otro sitio. Como pudimos dimos la vuelta y salimos atravesando la ciudad por un túnel (por tercera vez) que sería la delicia de Gallardón. No obstante, hicimos un último intento sin resultado. Definitivamente las ciudades alemanas no están preparadas para el turismo ni para circular en autocaravanas.

Iniciamos así nuestro regreso rumbo sur por la E-35, saliendo dirección Mulhouse a la E-60. Pernoctamos de nuevo en Bau les dames y esta vez estaba hasta “la bandera”, aunque tuvimos suerte encontrando sitio junto a unos madrileños, Bernardo y su mujer y la familia catalana de Pere. A los primeros les contamos por encima algo de la Selva negra ya que allí se dirigían con poca información. Luego compartimos todos juntos una agradable charla hasta las 10 menos cuarto, cuando el frío ya nos dejó casi tiesos. Tarde ya, cenamos y nos fuimos a dormir.

EL REGRESO
1 de agosto, lunes: En Francia

Después de desayunar nos abastecimos y partimos rumbo al sur. Después de Lyon, ibamos de “bouchon” en “bouchon” por lo que decidimos salirnos de la autopista aunque aquí ibamos de pueblo en pueblo, por lo que el avance era lento. A las 6 de la tarde sólo habíamos recorrido 500 km.En Orange entramos de nuevo en la autovía para dejarla en Beaucome-Tarascón en busca de un área . Como el mapa es muy malo vamos casi a ciegas, pero al final dimos con ella, junto a un bonito río, muy arbolada, aunque aquí el color verde ha sido sustituido ya por el dorado y amarillo de la paja. Pasamos la noche junto a unas 8 o 10 autocaravanas más.

2 de agosto, martes:
En Francia , en la playa

Nos acercamos a la playa parando antes en accesorios Narbonne de Montpelier. Al ser las 12,15 está cerrado así es que decidimos acercarnos a algun centro comercial a buscar un buen mapa de Francia y alguna guía de areas de estacionamiento y pernocta. El primero lo encontramos, pero no tuvimos suerte con lo segundo. Comemos pronto para irnos a la tienda aunque no encontramos cosas de interés y los precios nos resultaron más bien caros. Una mesa de camping como la que nos gustaría vale la friolera de 100€. Compramos algunas cosillas y nos dirigimos a Sette donde nos habían dicho que hay una buena playa con posibilidad de pernocta, pero resulta ser una carretera con autocaravanas y turismos a lo largo de ella y en la misma cuneta. No nos gusta así es que decidimos ir a Narbonne playa, St. Luis S.Mer o Gruissan donde aparecen 3 areas. Después de soportar unos buenos “bouchones” llegamos a St. Luis S.Mer, pequeño pueblecito, si llega a la categoría de pueblecito. A las puertas del camping hay una hermosa explanada con poca sombra donde hay bastantes autocaravanas. Una persona que suponemos del camping, pasa cobrando 5€ y a cambio nos da una ficha que nos permite cargar agua. La playa está a 300 o 400 m, pero dicen los chicos que el agua está helada y corre un fuerte viento que me disuaden de cualquier idea de darme un baño.

Después de cenar decidimos descargar el wc (se acaban ya los 3 días de autonomía) y cargar agua y siguen llegando autocaravanas.

3 de agosto, miércoles:
en Gerona, casi en casa.

Un fuerte viento no dejó de soplar en toda la noche y la mañana es fría. Pa rtimos pronto rumbo a Sant Pere Pescador, Gerona, con idea de descansar unos días en el camping acuarius. A parte de un tapón en la frontera, llegamos al pueblo sin nada especial que mencionar. El camping acuarius estaba completo así es que nos dirigimos a La Ballena alegre a donde llegamos alrededor de las 11,30. La Ballena alegre es un macrocamping con más de 1000 parcelas situado en la misma playa. Como se prolonga a lo largo de ésta, la playa está cerca pero no así los servicios centrales del camping como recepción, supermercado, piscina u otras instalaciones que distan casi 1 km en el punto más alejado. Está cuidado y limpio, pero controlar 5000 o 6000 personas es prácticamente imposible y entre tanta gente hay de todo. Así, no me resultó tan tranquilo como el Acuarius –desde el primer día tuve que dormir con tapones en los oidos-. Posee más instalaciones que éste último, pero o están saturadas, como la piscina, o son caras, como la pista de tenis.

Allí permanecimos hasta nuestra partida, el día 6 de agosto. Los dos primeros días sopló una fuerte tramontana que cesó al tercero disfrutando ya de un espléndido día de playa. De las dos tardes, una hicimos una excursión a las ruinas de Ampurias, tomando un tren de esos ridículos para “guiris” y otra alquilamos un par de bicicletas y nos fuimos a Sant Pere Pescador empleando en la ida y la vuelta, además de sacar dinero del banco, tan solo 1 hora.

El día 6 por la mañana hacia Priego de Cuenca, dando por finalizado nuestro viaje.

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